n e t a c u l t u r a

Darle una oportunidad al nosotros
Lugar común en México son la inseguridad y la violencia, la pobreza y el desempleo, el secuestro de los espacios públicos y de las oportunidades; también lo son la indiferencia y el desinterés, la enajenación de los valores, el temor, la desconfianza y por lo tanto el individualismo, entre muchos otros lugares comunes.
En este contexto de descomposición del tejido social, se vuelve prioridad rescatar a los grupos sociales primarios, y promover e impulsar la creación de nuevos grupos operativos que ayuden a reconstruir y fortalecer las relaciones fundamentales de los miembros de la sociedad y, en prospectiva, participar en la edificación de lo que queremos ser.
Los compañeros de nuestro centro de trabajo, los vecinos, los amigos y la familia son núcleos que debemos de transformar en verdaderos equipos de trabajo, en donde sus miembros se interrelacionen de manera cualitativamente distinta para que el quehacer, y el resultado de ese quehacer, sea mayor y diferente de lo que cada miembro del grupo pueda aportar por separado. Esto implica recuperar relaciones sanas y solidarias entre las personas que conforman los distintos grupos, reconociendo en ello las contradicciones y la compleja diversidad del ser humano.
Pero transformarse en equipo de trabajo también implica interesarse en el asunto público, en la problemática social y el bienestar del prójimo; interesarse proactivamente en tender puentes hacia el otro, ese otro al que debemos de ponerle rostro y nombre para saber quiénes somos, dónde y en qué condiciones estamos, a quién recuperamos y cómo.
Trabajar convencida, sistemática y disciplinadamente la reconstrucción del tejido social, es confiar en la fuerza de un tú y un yo reencontrándose en el nosotros, es coincidir voluntariamente en un proyecto común que rescate la memoria personal y generacional, y nos lleve comprometidamente en este presente, jóvenes y no tan jóvenes, a crear una red que proponga y construya otro futuro en donde la promoción y defensa de la riqueza humana, de la dignidad, de la no-violencia y de lo justo, sean punto de partida de las polÃticas públicas.
Ahora bien, darle una oportunidad al Nosotros significa apertura, pluralidad, tolerancia, aceptar que las diferencias pueden enriquecer los procesos; significa creer y confiar mutuamente, pero confiar no por decreto, sino por el resultado natural de un acto cognitivo producto del interés de saber, de comprender, de asir el mundo.
En estos términos, el primer principio que tenemos que rescatar y elevarlo a valor compartido, es la Comunicación; comunicación honesta y fecunda que fluya entre todos, cual vasos comunicantes, para saber qué pensamos, qué queremos, qué soñamos, que tememos. Sólo a través de este proceso podremos conocernos y generar confianza, reconocernos y crear identidad, una identidad que se mueva en su condición más profundamente humana hacia el amor, la libertad, la justicia, el respeto y la dignidad. Una identidad que nos convoque y nos emplace a crear para todos, una vida mejor, que nos instale en la empatÃa de esa esperanza prometedora con vocación de un Nosotros Solidario.