top of page
solidaridad - Galeano.png

Solidaridad: todos necesitamos de todos

Si te ignoro, tal vez te mate; si me ayudas, quizá me salve.

Hoy por hoy, las economías mundiales compiten por el poder económico y político en todos los frentes posibles del mundo, sin importar el daño material, psicosocial, antropológico y medio ambiental que causan alrededor de este ya enfermo planeta; la competencia ahora es en todas direcciones y de todos contra todos y por todo; se compite por el petróleo, el territorio, la materia prima, los mercados, las personas, por el conocimiento y las patentes resultantes, por mantener los equilibrios y la correlación de fuerzas o establecer nuevos acuerdos que inclinen la balanza para un lado. Todo esto en nombre del desarrollo y de la democracia.

Pero el daño es palpable y profundo: miles de desplazados y muertos en Medio Oriente, África y Europa oriental a causa de las guerras, de la hambruna y de las enfermedades; migraciones masivas en algunos países europeos, como en Irlanda, España y Grecia, a causa de la crisis económica y del desempleo; la radicalización de los fundamentalismos, del racismo y la discriminación; el fortalecimiento del neo nazismo en Europa y América, así como la violencia que se vive en México, E. U. y de manera inédita en algunos países del norte de Europa. No podemos negarlo, el neoliberalismo y la globalización han abierto nuevas heridas sobre otras que aún no cierran y que están terminando por destrozar los vínculos sociales.

Vivimos en un mundo de estructura y dinámica complejas, sociedades híper y extremas, contradictorias; gente desposeída de sus bienes materiales y de sus riquezas naturales y culturales, otros acumulando grandes cantidades de dinero, propiedades, objetos; otros más, vacíos espiritualmente, pero llenos de un hedonismo que consume placer de manera adictiva, como una forma de aliviar la soledad, la desesperanza, de negar una realidad que los atropella en todo su ser. Vivimos la celeridad subjetiva del tiempo, fracturando pasado y futuro, distraídos en el consumo inmediato de lo que el presente nos da a cada instante, y olvidando las raíces que nos alimentan y que hacen posible que algún día haya semillas.

Competitividad, ambición, egoísmo, individualismo y consumismo extremos corroen y debilitan los lazos sociales a tal extremo de dudar y desconfiar de todo y de todos, volviéndonos temerosos, sí, pero a la vez más agresivos y sin principios claros que nos den rumbo; atomizados cada quién en su entorno, hacemos valer la frase “primero mis dientes y después mis parientes”.

Ante este debilitamiento y en ocasiones ruptura de los vínculos sociales, debemos trabajar, junto con acciones bien definidas, actitudes distintas y comprometidas que nos permitan rescatar la confianza en nosotros mismos y en el otro, de tal suerte que podamos hermanarnos solidariamente y sabernos incluidos y al mismo tiempo ser incluyentes, pero también solidariamente debemos trabajar respuestas que nos expliquen lo que sucede y por qué sucede.

Solidaridad es una palabra clave, una acción fundamental para sanar los vínculos sociales y crear una ecología de las relaciones humanas y una sociedad más seguras. La solidaridad es la expresión humana del instinto de conservación que nos permite ayudar desinteresadamente a nuestros congéneres con el fin de preservarnos como especie; pero la solidaridad va más allá, implica sumarse a un esfuerzo individual o colectivo para alcanzar un objetivo, apoyar una causa aunque se tenga perdida, ayudar a quien lo necesita, darlo todo por el prójimo.  Ser solidario es reconocer que tenemos necesidades y sueños comunes, que se puede crecer acompañando, que podemos apoyarnos mutuamente; ser solidario es arroparnos unos a otros y tender la mano cuando más se necesita. La solidaridad deja fuera el egoísmo, la indiferencia, la exclusión, el desinterés, la insensibilidad; la solidaridad abre puertas, no las cierra. Un acto solidario, por pequeño que parezca, puede salvar una vida.

Debemos enseñar en nuestras acciones el valor fundamental de la solidaridad, trabajarla y defenderla concienzudamente para así recuperarnos y creer en el prójimo, pensar en el prójimo, hacer por el prójimo sabiéndonos amorosos, porque el amor es la más profunda expresión del ser solidario y la solidaridad el vínculo espiritual que nos une y nos da la certeza de que, como decía Mario Benedetti, en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.

​

Ochoa

¡Bien! Mensaje recibido

  • Wix Facebook page
  • Wix Twitter page
  • Wix Google+ page
bottom of page