n e t a c u l t u r a

Responsabilidad trascendental
Todo aquello que no me lastime y no te lastime, que no me dañe ni te dañe, tiene valor. Promover la dignidad, el respeto y la defensa de la vida, tiene valor. También lo tiene vivir en pro de la bondad y el amor, del prójimo, de la Tierra y del Universo. Lo que haga o deje de hacer me llena de responsabilidad, impactando en todo y en todos, en el presente y en el futuro.
Ser responsable significa cumplir con los compromisos que adquirimos, responder por nuestros actos ante nosotros mismos y ante los demás, y asumir las consecuencias de estos; significa reflexionar antes de actuar y actuar conscientemente con justicia y sentido del deber moral, siempre a favor de la más elevada condición humana: hay muchas cosas que podemos hacer, pero no todo lo debemos de hacer.
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​En el día a día tomamos decisiones y actuamos, elegimos caminos, defendemos ideas,
establecemos compromisos y acuerdos, emitimos criterios de juicio, expresamos emociones y reaccionamos ante determinadas situaciones; estos actos, para bien o para mal, construyen nuestra historia personal, aportando a la historia de la sociedad y de la humanidad. La Libertad, única del ser humano, nos da la posibilidad de elegir, y ese solo hecho produce consecuencias que no nos vuelve culpables, sino responsables.
La responsabilidad tiene que ver con el otro, con la rendición de cuentas de lo que hacemos. Si llego tarde o en estado inconveniente a mi trabajo, de tal forma que pueda provocar un accidente y por eso me descuentan un día de salario o me despiden, es como si les quitara la comida de la mesa a mis hijos, a la pareja o a los padres.
La flojera mental y el no querer romper nuestra área de confort, nos puede llevar a círculos viciosos que se alarguen en el tiempo y no nos permitan crecer y avanzar, impidiendo tal vez, que otros crezcan y avancen. El relajamiento de la disciplina en todo lo que hacemos, y el escaso compromiso en el cumplimiento de aquello que pactamos, de nuestros deberes como padres, amigos, compañeros y ciudadanos, ponen en riesgo la realización de nuestro plan de vida, de los proyectos comunes y de las relaciones de todos los involucrados.
Por otra parte, el consumo desmedido de productos de todo tipo, la basura que producimos y la contaminación que generamos, afectan los ecosistemas y la calidad de vida. Y así, en la cotidianidad de nuestras vidas, todas nuestras acciones tienen que ver con el otro, de quien también recibimos su influencia.
El desinterés que muestra buena parte de la población por los grandes temas nacionales, por la crisis económica y el desempleo, por encontrar soluciones para detener esta espiral de violencia e inseguridad que vive el país; la indiferencia ante lo que pasa en el mundo, ante la crueldad de las guerras, de la hambruna mundial, del deterioro ambiental; la indiferencia por la discriminación de todo tipo, por la angustia y la tristeza del otro; la falta de solidaridad y compromiso con los que estamos aquí y con las generaciones venideras, de no querer hacer nada por cambiar a pesar del sufrimiento de tantos y de un futuro planetario incierto, nos habla de la condición espiritual en que nos encontramos como sociedad históricamente determinada.
Unos distraídos en el tener y en el éxito o buscando nuevas formas de corromper la existencia humana a cambio de un beneficio, otros luchando por construir un mundo humanamente sustentable o reinventándose en una falacia que los salve; otros más, los menos favorecidos, viviendo dramáticamente las consecuencias del nuevo orden mundial. Lo cierto es que este mundo en que vivimos, es el resultado de lo que hemos hecho o dejado de hacer, y de lo cual, de una forma u otra, todos somos corresponsables.
Debemos asumir la Responsabilidad de vivir, como un valor que permee todo lo que hacemos y sirva de ejemplo a los demás; pero al mismo tiempo debemos asumir la responsabilidad que tenemos hacia el prójimo, de defender lo justo, de rescatar a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes, a nuestra sociedad, de luchar contra todo acto que denigre la condición humana y pretenda cancelar un mundo mejor, de luchar para dejar un camino que permita transitar hacia un futuro viable y vivible, en donde los que están por llegar, puedan escribir su historia.
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Ochoa