n e t a c u l t u r a
Aspirar al conocimiento

Vivimos en un mundo en donde la constante es el cambio en todos los órdenes, cambios complejos y vertiginosos que nos ponen ante una realidad que cuando apenas tratamos de entender, nuevos cambios nos obligan a reconfigurar nuestra noción de la misma. La ciencia, creadora de realidad, las técnicas y la tecnología se superan a sí mismas en un abrir y cerrar de ojos, influyendo en nuestra manera de relacionarnos y de entender el mundo. La economía mundial se ha vuelto multipolar, los grandes capitales han cambiado la manera de hacer negocio y han desarrollado nuevas formas de apropiarse de los recursos y de los mercados mundiales; cambios en el poder económico, político y social han creado un nuevo orden mundial y una nueva forma preponderantemente inestable e incierta de ser y estar en el mundo.
En este contexto de incesantes cambios inmersos en un mundo de globalidad (economía, pobreza, conflictos, políticas, contradicciones y muchas otras globalidades híper e inter relacionadas y conectadas) la rapidez con que se accede y se genera conocimiento, se vuelve fundamental, ya que el conocimiento, junto con la materia prima, capital, trabajadores y talento
humano, es el recurso más importante para mantener precisamente, este nuevo orden mundial.
El conocimiento tiene doble valor: por una parte es un instrumento generador de riqueza y de poder que permite a las economías poseedoras de ese conocimiento (y por lo tanto de tecnología) tomar el control del futuro y determinar a donde quieren llevar a la humanidad, y por otra nos pone en posibilidades de entender este mundo y tomar la decisión de cómo vivirlo en el presente y qué hacer para el futuro; sin embargo, acceder al conocimiento también presenta dos circunstancias: por un lado existe la llamada brecha digital, en donde millones de personas no tienen acceso a la tecnología digital y, por otro lado, la cantidad, calidad y velocidad con que se genera la información, es tanta y tan rápida, que resulta difícil, al menos de manera individual, seleccionar, ordenar e interpretar dicha información, de tal forma que podamos crear conocimiento que explique, ubique, proponga, transforme.
Intelectuales, científicos, artistas, educadores y comunicadores tienen la enorme tarea de promover y difundir el conocimiento, aquel que genere nuevo conocimiento y posibilite enfrentar las incertidumbres de una realidad cambiante para, de esta manera, levantar nuevas certezas; pero además, cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestras posibilidades y desde nuestras circunstancias y problemática, debemos aspirar a un conocimiento pertinente, liberador y transformador, que nos llene de sentido y plenitud, para así, ensanchar nuestros horizontes y crear herramientas para la acción.
Necesitamos de un conocimiento que nos permita construir una sociedad diferente, capaz de propiciar el desarrollo humano, la solidaridad, la pluralidad, la identidad y la diversidad en beneficio de todos; no uno que genere pobreza y destrucción, que fomente la intolerancia y pisotee la dignidad y la libertad del hombre.
Necesitamos de un conocimiento que nos dé claridad de pensamiento y nos ponga en condiciones de asumir la responsabilidad de vivir este mundo que es de todos, y sortear con nuevas fortalezas las barreras de la inmediatez, de las mentiras y las falsas verdades, de las creencias, de los mitos, de los miedos ocultos y declarados; de la indiferencia, racionalización y enajenación de pensamiento, palabra y obra; también que nos llene de racionalidad y entendimiento, de sentido y espíritu críticos, de espiritualidad y sabiduría, que nos muevan en sentido del mundo para transformarlo y transformarnos y, en ese acto, reafirmar nuestra existencia y condición humanas.
El conocimiento nos da certezas, nos permite tomar conciencia de nuestra conciencia y plantear rumbos y mundos posibles; en nosotros está el defender aquél que nos solidarice y nos comprometa con el mundo y nuestro planeta, con la ciudadanía y el ciudadano, con el hijo, el amigo, el prójimo.
Aspirar al conocimiento asumiéndolo, debe ser un acto genuino y urgente, pero un acto que construya un día a día esperanzador y dibuje con mano firme un futuro incluyente; porque aspirar a este conocimiento es aspirar a la paz, a la libertad, al amor, a la verdad. Es reconocer a la humanidad y reconocernos en ella como seres planetarios.